20-12-2006

Ceremonia de graduación de dirigentes indígenas en Huarasiña









Dirigentes aymaras de diferentes comunidades tras haber obtenido un Diploma de especialización en la Universidad Arturo Prat, realizaron una significativa ceremonia de graduación en la comunidad rural de Huarasiña. El domingo 17 de diciembre, Huarasiña ubicada a 170 kms. de la capital regional, se vistió de fiesta para recibir a los egresados quienes venían junto a sus familiares e hijos a reencontrarse con la madre tierra y agradecer por la obtención del diploma de estudios académicos.

Consultados sobre el por qué realizar la actividad de graduación en la localidad de Huarasiña, indicaron que producto de muchos factores, entre ellos el tema de la escasez de agua, la falta de trabajo y de escuelas, y nefastas políticas de Estado, mucha gente ha emigrado a las grandes ciudades y en ellas se va perdiendo el sentido de “comunidad” y muchos aymaras se van asimilando al sistema, volviéndose más individualistas y dejando de lado la relación con la madre tierra. Es por ello que plantean que las actividades de recuperación y fortalecimiento de la cultura aymara no deben hacerse sólo en la ciudad, sino también en las comunidades rurales, por ello propusieron diversas localidades de origen de los dirigentes, para “su” graduación, pues “el Programa Orígenes hizo la propia, y cambió muchas veces la fecha y hora, por lo cual individualmente muchos de nosotros optamos por no asistir”.

La actividad, que congregó a familiares, dirigentes y vecinos de la localidad partió con una emotiva ceremonia a cargo de Javier Vilca y Rosita Quispe, posteriormente se realizó la ch’alla de los diplomas, los que fueron entregados a cada dirigente por sus padres o familiares. En la ocasión, Eduardo Relos, presidente de la Comunidad Indígena de Huarasiña entregó un mensaje de recibimiento a los dirigentes, a su vez Juan Quispe, en retribución del grupo de estudiantes hizo entrega de una wiphala a la Comunidad Indígena. La actividad finalizó con las palabras de despedida del Presidente de la Junta de Vecinos, Raúl Maita, quien expresó “me siento conmovido y emocionado de que estos dirigentes hayan decidido venir a Huarasiña para realizar esta ceremonia, por ello que los recibimos con mucha alegría y damos gracias por esta visita que es un honor para nosotros que residimos permanentemente en el pueblo”.

Finalmente los festejados, que llegaron con hijos y familiares, invitaron a compartir una Qala phur’ka a todos los invitados y lugareños.

También viajaron a Lirima

La actividad realizada por estos dirigentes en Huarasiña no es única, apenas finalizados sus estudios concurrieron a la localidad de Lirima, (4.000 m.s.n.m) donde compartieron con los habitantes del lugar y realizaron su propia evaluación del Diplomado la que hicieron llegar a los directivos de ese entonces del Programa Orígenes y CONADI, Alberto Parra y Jaime Andrade respectivamente. En ninguno de los casos recibieron respuesta a sus inquietudes.

La Evaluación del diplomado

Más de 70 dirigentes acudieron al llamado que hiciera el Programa Orígenes en conjunto con el Instituto Isluga, dependiente de la Universidad Arturo Prat para realizar un Diplomado en Planificación y Gestión Territorial para el Desarrollo Indígena en la Región de Tarapacá, sin embargo, a lo largo de los cinco meses de estudio y por diversas razones, muchos dirigentes fueron desertando del mismo, finalmente egresaron 20.

De acuerdo a la evaluación que realizara Juan Quispe, dirigente de la comunidad de Lirima, una de los elementos rescatables de este diplomado fue que “permitió reunir a un número importante de dirigentes, algunos de los cuales no nos conocíamos, y que tenemos muchas cosas en común, principalmente querer aportar a nuestros pueblos, pero de manera organizada y conjunta, que es lo que hemos tratado de realizar hasta ahora”, sobre los conocimientos adquiridos agregó que “nos permitió conocer la visión del docente, una manera diferente de ver la realidad de nuestros pueblos”.

Verónica Ticuna proviene de la comunidad de Cancosa está casada con Raúl Relos de la Comunidad de Huarasiña, tienen dos pequeñas hijas y ambos cursaron y finalizaron el diplomado con éxito, Raúl plantea que realizar el diplomado fue un gran desafío porque “significó volver a estudiar, volver a tomar los libros y conocer más de la realidad aymara” aunque existe coincidencia dentro de los dirigentes de que “faltó aterrizar la teoría con la práctica”.

Cecilia Flores, presidenta del Consejo Nacional Aymara resaltó que la mayor parte de los dirigentes que fueron postulados por esa institución, lograron dar término a sus estudios, por ello indicó que “el diploma que obtuvieron es el resultado de su esfuerzo y tesón, sabemos que no es fácil mantener el ritmo de estudios, las actividades dirigenciales, además de las responsabilidades laborales y familiares, por ello que quiero aprovechar de felicitar a todos quienes lograron superar los diversos obstáculos que se presentaron y que lamentablemente incidieron en que muchos otros dirigentes se retiraran antes de finalizar” igualmente abogó porque futuras acciones de este tipo se realicen en las propias localidades, “porque sabemos de la dificultad de nuestros dirigentes para trasladarse a la ciudad” en cambio indicó “las instituciones de gobierno tienen recursos para ello”.

Los dirigentes graduados que decidieron realizar esta actividad en una comunidad indígena, fortaleciendo así su identidad étnica y su compromiso con las comunidades rurales son Elia Vilca y Juan Quispe de la comunidad de Lirima, Raúl Relos de la comunidad de Huarasiña, Aline Papic presidenta de la comunidad aymara de Casablanca, Eduin, Gloria y América Cáceres de la localidad de Tarapacá, Cecilia Flores Presidenta del Consejo Nacional Aymara, de Pica, Rosa Quispe de la localidad de La Huayca, Elías Ticona de Iquique, Alejandra Flores de Pica, Jacinto Blanco de Alto Hospicio y Verónica Ticuna de la comunidad de Cancosa. No pudieron participar por contratiempos personales Angélica Alvarez de la comunidad de Huaviña, Rodolfo Vilca de la comunidad de Lirima, Esteban Balcarce de Arica y Freddy Mamani de Camiña.
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13-12-2006

Antipinochetistas por siempre


Por Pepe Auth / La Nación/ 13 de diciembre de 2006

PRONTO CUMPLIRÉ 50 años y dos tercios de mi vida habrán estado marcados por la sombra del carácter y los actos de Augusto Pinochet, el anónimo general que sorprendió a todos poniéndose tardíamente a la cabeza del golpe militar y su brutal acción sobre la sociedad chilena.
Escuché por primera vez su característico tono campechano desde la terraza del último piso del edificio del Internado Nacional Barros Arana, después de haber visto la estela de humo y destrucción dejada por los Hawker Hunter en La Moneda, y confieso que entonces no imaginé que su figura me acompañaría -a toda mi generación- como un mal sueño por buena parte de mi vida. Más tarde fui penetrado por el miedo de ver a algunos amigos detenidos y nunca encontrados, la prima de mis sueños de infancia en Villa Grimaldi y después, en una nómina de chilenos caídos en Argentina publicada por un diario de aparición ocasional. Viví desde 1974 la universidad de Pinochet y sus rectores militares, dominada por la desconfianza y el miedo, la resistencia cultural y la búsqueda de expresión. Egresé de Veterinaria y un militar me expulsó en 1981 “por desafiar la institucionalidad universitaria”. Fui varias veces detenido, maltratado y encarcelado por participar en la lucha democrática y terminé aceptando una invitación a estudiar fuera de Chile, cuando se me habían hecho difíciles la carrera profesional y la vida. Pasé casi cinco años lejos y sólo volví en febrero de 1988, cuando el país se preparaba para impedir la proyección de Pinochet por otra década. Participé con entusiasmo en la cruzada cívica que terminó por impedírselo.

Mi vida, sin duda, como la de todos nosotros, habría sido totalmente diferente si Pinochet no hubiera salido de su anonimato para convertirse en la figura planetaria emblemática del ejercicio dictatorial del poder. Nuestras biografías están atravesadas de punta a cabo por el dictador como por un espinel, él está en el miedo que sentimos, en los amores que no expresamos, en las vocaciones que no concretamos, en los odios que nos carcomieron, en la familia que vimos desmembrarse y los amigos que perdimos para siempre. Pinochet está también -hay que decirlo- en el miedo que vencimos, en la pasión que sí vivimos, en la vocación que reafirmamos, el amor que consumamos, la familia que construimos y los amigos para siempre que ganamos.

Aunque ya había muerto como factor ordenador de nuestras vidas, con la desaparición física de Pinochet se nos va también parte de nuestra propia historia. A horas de su muerte, no es precisamente alegría lo que invade mi espíritu, es más bien mucha nostalgia por todo lo que luchamos, algo de rabia por todo lo que perdimos en dictadura, pena por las vidas que quedaron en el camino o que ya no encontraron la huella y nostalgia, mucha nostalgia, por esos jóvenes antipinochetistas que fuimos. Habría preferido, sin duda, que la justicia hubiera cancelado su deuda con Chile sancionando al dictador, pero me basta con el juicio histórico que lo instaló en un lugar de privilegio en la selecta constelación planetaria de dictadores sanguinarios de todos los tiempos.

Nosotros continuaremos para siempre arreglando cuentas con Pinochet, y lo haremos reafirmando nuestra condición de antipinochetistas, persiguiendo las intolerancias, promoviendo las libertades y defendiendo los derechos, respetando las individualidades y apostando a las comunidades. Para que nunca nadie tenga tanto poder ni tanta posibilidad de ejercerlo contra la gente. Para que nunca más nadie sea forzado a crecer con miedo hasta de vivir.

12-12-2006

¿Por qué celebramos la muerte del dictador?



Por Andrea Coñuecar Ojeda, [1]



“Los canallas viven mucho, pero algún día se mueren”
(Bennedetti, Mario)


Para la historiografía de los derechos humanos, el 10 de diciembre no es un día cualquiera. Porque fue en una fecha similar, pero en el año 1948 cuando la Asamblea Nacional de las Naciones Unidas, decide adoptar y proclamar la Declaración Universal de Derechos Humanos. Convencidos sus países miembros que el compromiso moral y ético reglamentado en dicha carta, otorgaría la posibilidad cierta de cautelar la paz y el respeto por los seres humanos.

Sin embargo, pese a los sangrientos hechos desatados en Europa, tras la traumática experiencia de participación en la I y II guerras mundiales, la historia del siglo XX continuó transitando por episodios de oscurantismo y trasgresión de derechos a la integridad física de millones de personas.

Ese fue el caso de las dictaduras latinoamericanas de la década de los 80’ amparadas en la famosa “Doctrina de Seguridad Nacional”, conducida por EEUU en el afán de detener la propagación del enemigo marxista. Fue tras ese discurso de intolerancia y prepotencia que se fomentó el genocidio y la persecución, mediante la conformación de fundaciones de adoctrinamiento militar. Tal fue el caso de la “Escuela de las Américas”
[2], encargada de impulsar estrategias de combate antisubversivo, destinado a disuadir a grupos de izquierda, considerados peligrosos para la imposición del modelo norteamericano.

Era el período de “guerra fría”, donde Estados Unidos y su brazo de espionaje conocido como CIA (Central Intelligence Agency), buscaron controlar la irrupción de movimientos sociales y políticos que significaran la competencia hegemónica para la expansión del libremercado, basado en la exclusión de la masa popular e indígena latinoamericana.

Así se fraguó el término del gobierno de Salvador Allende Gossens, quien es derrocado por el general Augusto Pinochet, representante de una de las dictaduras fascistas más cruentas consignadas en todos los textos de historia nacional e internacional. Entonces cabe aquí recordar: ¿Quién puede borrar de la memoria colectiva traumas como el protagonizado en 1986 por Carmen Gloria Quintana
[3], joven que sufrió un 65% de quemaduras en el cuerpo, sobrellevando de por vida un rostro magullado por la impotencia de no encontrar la debida justicia, ni dentro del régimen militar, ni fuera de él?

En efecto, fue la presentación del caso “Quintana” – entre muchos otros- el que en su momento remeció a los expertos de Naciones Unidas, quienes bajo el régimen de Pinochet Ugarte recibían cientos de informes alternativos provenientes de agencias de derechos humanos, las que debidamente acreditadas, daban cuenta que en Chile pasaba algo más que “un ruido de sables”. Es así que la presión de dichos organismos provenientes de la sociedad civil, coordinados con las agrupaciones de exiliados y los propios movimientos callejeros de promoción de derechos humanos desplegados por todo el país, fueron quienes conjuntamente presionaron por la restauración democrática.

Sin embargo, mucha de esa gruesa demanda hoy sigue inconclusa y seguramente la muerte del dictador no variará nuestras vidas en lo cotidiano. De hecho, quienes en su momento fuimos parte de la lucha por la ansiada “democracia chilena”, seguimos viviendo situaciones de marginalidad bajo la concertación y su desteñida promesa de resplandeciente alegría y color. Otros, aún en el cansancio del tiempo, siguen clamando por una justicia de la cual escasamente se habla en los canales televisivos encargados de conducir una agenda noticiosa tan plástica como la que acompañó al nonagenario dictador.

Por eso, en el día Internacional de los Derechos Humanos ¿quién nos puede enrostrar la posibilidad de a lo menos, festejar el deceso de una figura que nos acarrea imágenes de dolor e impunidad? No festejamos por un impulso de sadismo barato, ni tampoco por la esperanza en que los cómplices de Pinochet paguen con la cárcel, el dolor generado a miles de familias chilenas e indígenas. Festejamos porque su nombre ya ha quedado instalado en la lista internacional de genocidas
[4] mundiales. Festejamos porque su partida nos permite rememorar a nuestros propios compatriotas muertos y exiliados, aquellos a quienes la conmemoración del día internacional de los derechos humanos seguramente pasó inadvertida tantas veces por la misma acción del régimen militar pinochetista.-

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[1] Periodista. Diplomada en Derechos Humanos, Universidad de Deusto(Bilbao).Magíster en Artes Digitales. Universitat Pompeu Fabra(Barcelona).
[2] Más conocida como Escuela de Panamá graduó a más de 60.000 mil militares y policías de hasta 23 países de Latinoamérica, algunos de especial relevancia por sus crímenes de lesa humanidad.
[3] El 2 de julio de 1986, fueron quemados vivos en Santiago de Chile, dos jóvenes por una patrulla militar durante la celebración de una jornada de protesta contra la dictadura. Una de ellas fue Carmen Gloria Quintana , quien sobrevivió de las llamas, con profundas secuelas en su rostro, caso que fuera presentado en Naciones Unidas.
[4] El genocidio es un delito internacional que consiste en la acción de funcionarios del Estado o particulares, de actos cuya intención pretende destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso.

10-12-2006

Murió el dictador !!



Hace un rato scuché un extra por la TV e inmediatamente pensé que era algo relacionado con Pinochet, no por nada se pasaron la semana hablando de él.

Mi primera sensación fue de angustia y fue decir "viejo desgraciado" porque se murió y no pudo ser sentenciado en vida por todos sus crímenes y atropellos, es decir todo quedaba en la impunidad...

Pero conforme transcurría el tiempo y recordando precisamente a nuestros muertos, me acordé de mi amiga Marisol acribillada desde una camioneta con civiles no identificados, me acordé del Salva, de la Manuel Guerrero, del compañero Atencio, de Pisagua, de Víctor Jara, de los muertos en el Mapocho, y así tantos otros, entonces me fue embargando un sentimiento de alegría, y al final me dije ¡por fin se fue el dictador!, no importa cómo, pero por fin se fue, solo espero que no le rindan honores militares como ex presidente, pero capaz que eso hagan, pero no importa, yo estoy contenta de que se haya muerto...

Entonces me puse a mandar correos y al colocar la fecha me di cuenta de que hoy es 10 de diciembre, día internacional de los derechos humanos, entonces pensaba en qué no había mejor acción en este día que precisamente se muera un dictador, por eso pensaba en el simbolismo de su muerte y seguramente más de alguien hablará sobre lo mismo.

Por otra parte, Lucía Hiriart de Pinochet está de cumpleaños hoy día, bueno, hasta en eso fue desgraciado el Pin8, el regalito que le dejó a su familia.

No puedo sentir pena por ellos, los hijos, que profitaron del gobierno sino es cosa de acordarse de "Augustito hijo" y de los Pinocheques, quizá pueda sentir pena por los nietos, porque ellos no tienen culpa de las felonías de su familia, pero en lo que respecta a Pin8, estoy feliz de que se haya muerto ese personaje odioso, estoy feliz de que se cierre parte de la historia negra de nuestro país, ahora falta Justicia por nuestros muertos, por los miles de desaparecidos, por los miles de torturados, por todos ellos, por nosotros, por nuestro futuro. Adiós General (en ritmo de Sol y lluvia...)

¡Verdad y Justicia!

¡¡Ni perdón, ni olvido!!


(ver también. http://boletin.fundacionequitas.org/11/11.15.htm)